sábado, 2 de noviembre de 2013

La guerra fría: Yalta, primer punto: ¿Qué hacemos con Alemania?

Aquí estamos de nuevo, una vez más hablando de historia. A pesar de lo complicado que haya sido este tiempo transcurrido desde nuestro último coloquio, no se debe parar jamás la maquinaria del conocimiento. Y sobre todo, nunca es tarde para seguir el camino hasta ahora andado. Una vez más, seguimos con la tan apasionante guerra fría, que mantuvo al mundo en el filo de la navaja durante 5 décadas. En esta ocasión retomamos el viaje desde el punto donde nos detuvimos la última vez, en las postrimerías de la segunda guerra mundial. El tema a tratar será en esta ocasión la conferencia de Yalta, celebrada más de un año después de la de Teherán, en febrero de 1945 y que sería punto de inflexión en las negociaciones entre los líderes de occidente, Winston Churchill y Franklin Delano Roosevelt y el dictador soviético, Josef Stalin.



Una vez fijado el rumbo de la guerra hacia su victoria final, las democracias occidentales y la URSS comenzaron a planear como ganar la paz en Europa y en el mundo una vez ganada la guerra. Como mayor miedo y preocupación, los vencedores temían el caer en los errores de la paz de Versalles, cuyas onerosas medidas de castigo impuestas a Alemania fueron caldo de cultivo para el auge de Adolf Hitler y su nacionalsocialismo revanchista. En la anterior entrada de este humilde blog, vimos como los futuros vencedores de la guerra comenzaron a dibujar con suma cautela el esquema geopolítico mundial de la posguerra. Como ya se explicó, en las sucesivas conferencias celebradas durante todo el año 1943, en las ciudades de Casablanca, el Cairo y Teherán las democracias occidentales y la URSS pusieron, tras agotadores esfuerzos, negociaciones y concesiones políticas, los cimientos de ese nuevo orden mundial que habría de traer la paz y el orden al mundo. Pero sería en la conferencia de Yalta, donde comenzaría la verdadera construcción del nuevo orden mundial, y donde quedaría constatado el auge de los Estados Unidos de América y de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas como nuevos directores de la política mundial. Celebrada entre los días 3 y 11 de febrero de 1945, pasado más de un año desde el último encuentro de los tres grandes aliados en Teherán, la conferencia de Yalta sería testigo de los primeros desacuerdos notables entre tres forzosos aliados, empujados a  unir esfuerzos para luchar contra un enemigo común, Adolf Hitler.

En el plano bélico, durante todo el año 1944, se van sucediendo los acontecimientos bélicos más transcendentales de toda la guerra. El año será testigo de la práctica totalidad de casi todos los países ocupados por Alemania desde 1939 y de la caída de todos los aliados satélites del régimen de Adolf Hitler. Terminado el año, Francia, Bélgica, el sur de los Países Bajos, Luxemburgo, Yugoslavia y Grecia han sido liberados; Finlandia, Rumania y Bulgaria, antiguos satélites alemanes han sido ocupados por los ejércitos comunistas y pasan a ser dominados por regímenes de terror comunistas controlados desde Moscú, el estado fascista de Italia creado por Mussolini en 1943, vive sus últimos días de vida, en Budapest, capital de Hungría, se combate con dureza por el control del país. Al empezar la Conferencia de Yalta, en febrero de 1945, Polonia ha sido completamente ocupada por los soviéticos quienes quedan a menos de 100km de Berlín, Budapest y toda Hungría han sido conquistadas por el ejército rojo, norteamericanos y británicos tras vencer a la Wermacht en la batalla del bosque de las Ardenas, han empujado a los ejércitos nazis hasta el Rin. En el frente de Asia, Birmania ha sido liberada casi por completo de la ocupación japonesa, Filipinas ha sido liberada tras 3 años de durísima ocupación por parte del ejército japonés, los norteamericanos luchan con dureza contra un Japón que ve a sus enemigos a las puertas de su devastado país.

Los líderes aliados y soviético se reunieron en Yalta profundamente divididos. En primer lugar, Winston Churchill acudía a Yalta con la premisa de convencer a sus aliados de aprobar un plan de posguerra para una Alemania pacificada que por una parte no volviera a suponer una amenaza para la estabilidad política mundial y que por otra no resurgiera de la ruina de la guerra como una amenaza para la débil economía británica. Roosevelt, gravemente enfermo, acudía a Yalta con consolidar su anhelado proyecto de foro de naciones que tendría como feliz resultado el nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas y con la idea de negociar con Stalin la entrada en guerra con Japón, nación con la que ha mantenido una débil paz mientras las naciones occidentales luchaban por todo el pacifico contra los ejércitos del emperador nipón. Y por último, Stalin recibía a sus aliados con la intención de renegociar el reparto de influencias en los países del este, y en especial de Polonia, recién “liberados” por el ejército rojo.

Para hablar de la conferencia de Yalta he tomado la salomónica decisión de dividirla en tantas partes como temas importantes se acordaron, que serán tres, cada uno de ellos auspiciado por cada uno de los tres grandes líderes mundiales. Comenzaremos pues con el primero de los tan espinosos temas que se negociaron en esta gran conferencia política que sin duda supuso un hito dentro de la historia de las relaciones internacionales: el futuro de Alemania una vez acabado el régimen de Adolf Hitler.


Winston Churchill, quien estaba al frente del gobierno británico desde 1940, acudía a la conferencia de Yalta con el importante papel de asegurar la supervivencia del imperio británico y su débil economía así como la estabilidad de la Europa de posguerra. Su principal temor era que Estados Unidos y la URSS, verdaderos directores de la conferencia, tomasen la decisión de someter a Alemania a una paz tan humillante como las de 1919 de Versalles. Para evitar ese nefasto escenario, el premier británico había ideado multitud de fórmulas para gestionar la Alemania de posguerra, desde la su fragmentación en varios estados autónomos, hasta la repartición del territorio germano en varias zonas de ocupación. Todos estos escenarios ideados por Churchill tenían un denominador común: ser el dique de contención entre las democracias europeas de occidente y el expansionismo totalitario de Stalin, quien aspiraba a expandir el territorio de la URSS y su influencia al nivel de los antiguos zares. Por ello, el problema de Alemania se convirtió en un motivo de larga discusión entre los aliados y los soviéticos que se alargaría durante buena parte de la conferencia como diría Churchill mismo, “No se puede arreglar el futuro de 80 millones de personas en 80 minutos”. En un principio de acuerdo, se decidió dividir el territorio alemán en tres sectores cada uno de ellos controlados por uno de los aliados, haciendo lo mismo con la ciudad de Berlín, en este punto y tras agotadores esfuerzos, Churchill consigue introducir en el reparto a la Francia de Charles de Gaulle, la cual a pesar de haber firmado un armisticio con los alemanes tras su derrota de 1940, es considerada aliada de pleno derecho. La introducción de Francia respondía a la búsqueda por parte de Churchill de un socio europeo que equilibrase el papel de negociador de pleno derecho de las democracias europeas  dentro las futuras relaciones sobre asuntos alemanes con norteamericanos y soviéticos. De la misma manera se acuerda comenzar un proceso de desnazificación del pueblo alemán mediante la caza de todos los principales criminales de guerra nazis, y llevarlos ante la justicia internacional de los vencedores. Por último, se acuerda obligar a Alemania el pago de una indemnización por los daños causados por la guerra comenzada por ellos mismos en 1939.

La manera de tratar a la derrotada Alemania por parte de los vencedores consiguió su principal propósito, evitar el arraigamiento de un sentimiento de humillación y vengativo dentro del pueblo alemán que por segunda vez se veía derrotado en una guerra a escala mundial. Así mismo el proceso de desnazificación llevado a cabo puede considerarse como una victoria sociológica para los vencedores, pues consiguieron que el régimen nazi y su ideología fueran vistos por el pueblo alemán como lo que eran: un grave error de la humanidad cuya repetición y exaltación es felizmente hasta nuestros días un grave delito en Alemania. Los vencedores tuvieron la capacidad y la inteligencia suficiente para ganarse la paz con Alemania y conseguir la más longeva estabilidad política entre los pueblos europeos occidentales, que desde la caída del imperio romano hasta la segunda guerra mundial se habían dedicado a hacerse la guerra unos a otros bajo diferentes estados, banderas y regímenes políticos.

Espero amigo lector que hayas disfrutado de este espacio de divulgación histórica. Una vez más quiero agradecerte que te tomes la molestia de pasarte por mi humilde blog. Te espero en la siguiente entrada, en la cual hablaremos sobre el segundo tema de la conferencia: la creación de la Organización de las Naciones Unidas.